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Nuestra Doctrina

Creemos que la Biblia, los 66 libros desde Génesis hasta Apocalipsis, es la Palabra de Dios íntegra, no adulterada e inspirada.

 

Mientras que las leyes ceremoniosas y los sacrificios de sangre del Antiguo Testamento fueron abolidos por Su cruz, entendemos que los ejemplos y principios de la ley aún permanecen. Pablo dice que "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (II Timoteo 3:16). En el versículo anterior, Pablo le dice a Timoteo que él había sabido desde niño las Sagradas Escrituras, las cuales PUEDEN hacerle sabio para la salvación. Esto muestra que el Antiguo Testamento son las escrituras a las que se refiere Pablo, y que actualmente son valiosas para la enseñanza y mejora de la salvación hoy. Hechos 2:42 dice que "Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles..."

 

Para obedecer esta escritura, uno debe saber y entender qué fue lo que predicaron los apóstoles. Jesús le dio a Pedro las llaves del reino de los cielos (Mat. 16:19), las cuales usó el día de Pentecostés cuando les dijo que se arrepintieran, fueran bautizados en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados y que recibiría el Espíritu Santo. Estas llaves fueron usadas nuevamente en Samaria (Hechos 8:15-17), en la casa de Cornelio (Hechos 10:44-48), y por Pablo en Éfeso (Hechos 19:1-6).

 

Pedro se refirió a esta enseñanza como, hablando a los judíos que cuestionaron la asociación de Pedro con los gentiles, "...palabras por las cuales tú y toda tu casa serán salvos". Esta fue la enseñanza fundamental de los apóstoles (Efesios 2:20, Hechos 16:5) y nunca tuvo la intención de ser cambiada (I Corintios 3:11). Las cartas (epístolas) de los apóstoles fueron escritas a iglesias establecidas sobre esta experiencia del nuevo nacimiento enseñada por los apóstoles y el mismo Jesús (Juan 3:5). Pablo enseñó a Timoteo a continuar en las cosas que había aprendido (II Timoteo 3:14-15) como lo hizo con la iglesia de Tesalónica (II Tesalonicenses 2:15), la iglesia de Corinto (I Corintios 11:1), y todas las iglesias (I Corintios 7:17).

 

La Ley de Moisés no cambió por más de cuatro mil años. No fue sino hasta la venida de Cristo y el establecimiento del Nuevo Pacto que hubo alteración en los caminos de Dios. Y sin embargo, Jesús dijo que Él no vino a abrogar la Ley, sino a cumplirla. Las epístolas, escritas apenas 30 años después de la formación de la iglesia, no estaban destinadas a cambiar los cimientos, sino que se dieron como materiales de construcción para promover el progreso y el crecimiento de la iglesia. RECUERDA: "Un Señor, una fe, un bautismo" (Efesios 4:5), y "Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos" (Hebreos 13:8). Por tanto, "...luchemos ardientemente por la fe que fue entregada a los santos (Judas 1:3).

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